<p>Pese a las sacudidas proteccionistas de Trump, la guerra en Oriente Medio o la continua amenaza sobre el estrecho de Ormuz -la arteria que da salida a la cuarta parte del crudo mundial-; el precio del barril de Brent lleva más de tres años sin alcanzar los 100 dólares y más de uno sin superar los 90. La sobreproducción mundial hacía asumir que los mercados se habían vuelto casi impermeables a los vaivenes geopolíticos que a lo largo de la historia han movido la aguja de los precios del petróleo. Hasta ayer.</p>
Tras una semana al alza, el Brent se disparó ayer más de un 5,7%. A corto plazo se prevén nuevas subidas, pero los brókeres descuentan que Rusia logrará redirigir su producto, abiertamente o «bajo cuerda»
Pese a las sacudidas proteccionistas de Trump, la guerra en Oriente Medio o la continua amenaza sobre el estrecho de Ormuz -la arteria que da salida a la cuarta parte del crudo mundial-; el precio del barril de Brent lleva más de tres años sin alcanzar los 100 dólares y más de uno sin superar los 90. La sobreproducción mundial hacía asumir que los mercados se habían vuelto casi impermeables a los vaivenes geopolíticos que a lo largo de la historia han movido la aguja de los precios del petróleo. Hasta ayer.
La decisión de Washington de imponer sanciones a las petroleras rusas ha puesto en guardia a los brókeres de todo el mundo. A corto plazo, hay consenso: los precios van a subir y habrá «turbulencias». Pero lo que ocupa a las grandes firmas que negocian con los cargamentos de combustible es qué va a pasar en un par de meses. Y todos los ojos miran Asia.
La situación no es de pánico, ni mucho menos. La realidad es que hay petróleo de sobra para abastecer el mercado internacional. El problema es que este mercado ya no se rige por las mismas reglas desde la guerra en Ucrania. La política de sanciones iniciada por Bruselas ha dado un vuelco a las dinámicas comerciales. Ahora no se trata solo de que haya barriles suficientes, sino de que los venda un país al que tu país no tiene prohibido comprar. La imposición de barreras desde EEUU al petróleo de Moscú mete más presión a ese tablero.
Rusia es el tercer productor mundial de petróleo. En 2022 perdió a uno de sus mejores clientes, la Unión Europea, que desde entonces tiene vetadas las compras de crudo ruso. Moscú ha redirigido en los últimos años su actividad comercial hacia China y, sobre todo, hacia India. Ambos se han convertido en las refinerías y los reexportadores del crudo de Moscú.
«Todo dependerá de la capacidad de presión de Washington sobre China e India. Si ambos países dejan de comprar a Rusia, eso podría reducir la oferta, lo cual aumentaría la volatilidad. Estamos muy pendientes de lo que hagan India y China, esa es la clave en el cortísimo plazo», afirman en una de las mayores firmas de trading de materias primas del mundo. Fuentes del mercado descartan que a Trump le interese forzar demasiado la máquina. Si se dispara el crudo, se desbocaría la inflación, incluida la de EEUU. Mantener este indicador a raya es una de las prioridades de su Administración.
En el corto plazo se esperan alzas en la curva del Brent. Ayer el barril de Brent registró un máximo intradía cercano a los 66,36 dólares, y cerró en 65,99 dólares, con un repunte del 5,43 % frente al cierre previo. En los cinco días anteriores, el alza acumulada superó el 7,5%. Y, en la última semana, la subida ha sido de 10 puntos porcentuales. Hoy, el Brent ha amanecido sin saltos relevantes, en el entorno de los 65,8 dólares. El impacto final de las sanciones estadounidenses es, sin embargo, incierto.
«En un mercado superglobalizado como el del petróleo, es difícil que las nuevas limitaciones tengan un efecto inmediato, porque mientras grandes compradores como China o India no impongan restricciones lo que ocurrirá en la práctica es que se producirán cambios en los flujos de oferta y demanda», explica Óscar Barrero, socio responsable de Energía y Utilities de PwC España. «Los efectos en los precios no son evidentes. A priori se podría pensar en que habrá una mayor presión de Rusia de colocar producto en algunos mercados a costa de un menor precio, pero los flujos de oferta y demanda reordenados también pueden generar una tensión al alza por mayores costes logísticos», indica.
«A pesar del repunte puntual ante las nuevas sanciones, consideramos que la tendencia a medio plazo del precio del crudo será a moderarse ante la mayor eficiencia energética, el auge de las energías limpias, una mayor oferta y la caída de la demanda», aseguran en Bankinter.
En Europa, el impacto dependerá de la capacidad de Rusia para reordenar su operativa comercial. «Para España, con reservas estratégicas para unos 115 días, será entonces cuando esa volatilidad, si finalmente se da, pueda impactar en los precios de la gasolina. A medio plazo, Rusia podría redirigir petróleo a países que no apliquen sanciones o las limiten y esto relajaría de nuevo el precio», afirman fuentes del mercado.
No sería la primera vez que Rusia sortea las sanciones. Cuando Bruselas impuso su veto, las refinerías europeas dejaron de comprar producto ruso. Rusia se llevó su crudo a países como India, que sí refinaban su producto. En paralelo, la UE disparó las compras de diésel a países ajenos al régimen de sanciones, como la propia India o Marruecos. Y ahí se perdía el rastro. «Metaneros rusos vendían en el Mediterráneo a otro metanero de otro país, y así se limpiaba el producto, además, con un descuento importante al ser combustible de estraperlo», explica otra fuente del sector.
Petroleras españolas como Repsol advirtieron en su día de que el diésel ruso seguía entrando a Europa por la puerta de atrás. Algunos países intermediarios reservaban el combustible ruso para consumo propio, regando con diésel de sus refinerías, no necesariamente procedente de Rusia, a los países europeos.
El nuevo régimen de sanciones que ha anunciado la UE busca evitar esas dinámicas, obligando al intermediario a acreditar que el crudo que ha refinado para vender en Europa no se ha comprado a Rusia. Fuentes del mercado alertan que ciertos países podrían asumir públicamente las sanciones de EEUU y, luego, «bajo cuerda seguir comprando producto ruso con un descuento brutal, ante la desesperación rusa». «Al final, Rusia es cada vez más dependiente de las condiciones de compra que imponen jugadores como China e India».
«La subida de precio es agresiva, pero el pánico no es total. La mayoría de analistas coincide en que el Brent seguirá por debajo de los 100 dólares. El petróleo ya no cotiza por fundamentos, sino por pulsos de poder. Cada sanción, cada reunión frustrada, cada tuit… se traduce en volatilidad. Los fundamentos de la sobreoferta quedan en segundo plano ante el nerviosismo del suministro. Y el petróleo sigue bailando al ritmo de la incertidumbre de Moscú y Washington», reflexiona Rafael Todolí, socio de la consultoría estratégica Business Management MDA.
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