Charles Burns tuvo una adolescencia bastante normal, dice, por eso no entiende como una y otra vez vuelve a esa época de la vida en sus historias, y eso que ya ha cumplido los 70. «De verdad, no lo entiendo, pero es cierto que si sigues mi carrera es una constante. Bueno, cuando era adolescente no me gustaban los deportes, y obligaba a mis amigos a que dibujaran conmigo todo el rato , pero eso tampoco es tan raro, ¿no?», asegura. Depende, pero nadie puede quejarse. Pocos han descrito la angustia adolescente como Burns en su gran obra maestra ‘Agujero negro’, y ahora regresa a ese mundo en ‘Laberintos’ (Reservoir Books) , un fascinante relato de un joven con angustia social que se centra en sus dibujos, las películas de serie B y la ciencia ficción para buscar refugio de una realidad que no le gusta en absoluto.El protagonista es Brian, el adolescente siempre pegado a su libreta de dibujo, cuya madre alcohólica le avergüenza y no se siente a gusto en un entorno social que no sea íntimo. ¿Un alter ego del propio Burns? «No, yo siempre soy todos mis personajes, y nunca estuve tan aislado. La conexión es más fácil con Brian porque es dibujante, pero tengo lo mismo de él que de su mejor amigo, o la amiga de su interés romántico, una mujer pesada que se cree graciosa cuando no lo es. Esa también soy yo a veces», rie.La novela gráfica, que en el mercado europeo se dividió en tres «para tener algo fuera y no esperar seis años a tener una novedad», trata temas como la identidad, la salud mental o lo fácil que es a veces caer en la fantasía en personas creativas y acabar por no diferenciar lo que es realidad y lo que es ficción. « A veces ese refugio de la realidad puede acabar por ser tu propia cárcel y es importante no perder el contacto con la realidad. Su deseo de conexión con la chica que le gusta la impide él mismo al colocarla en un pedestal y transformarla en alguien que no es», asegura.El cómic sirve como un homenaje al cine y lo importante que fue para gente de su generación. En realidad, el cómic podría ser el hijo de las dos películas que se mencionan en la trama y que él dibuja fotograma a fotograma, ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ y ‘La última película’. Burns mezcla los elementos de paranoia y ciencia ficción de la primera con el despertar romántico y la intimidad en primer plano de la segunda. «Recuerdo muy vivamente la película de Bogdanovich, ir al cine cuando se estrenó y salir fascinado por esa historia tan cercana a mí. Eso es lo que he intentado con esta historia», afirma el dibujante.Una vida junto a su admirado Art SpiegelmanEl autor de ‘Tóxico’ vino a Barcelona para participar en Kosmópolis , y lo hizo acompañado por uno de sus grandes padrinos, Art Spiegelman. El autor de ‘Maus’ fue el primero que le dio una oportunidad y le abrió un nuevo mundo. «Fue el primero que miró mi trabajo con interés. Me acuerdo ir a su despacho de la revista ‘Raw’ y darle mis dibujos y él mirarlos y mirarlos sin decir nada y yo nervioso, sin saber qué pensaba. Tranquilo, me iba diciendo, déjame mirarlo, y vi que por una vez alguien se tomaba en serio mi trabajo», asegura.A partir de aquí, la colaboración se hizo más estrecha, hasta que Spiegelman se convirtió casi como un segundo padre. «Era el primer dibujante que conocía. Hasta entonces trabajaba solo, por pura intuición, siguiendo sólo lo que me gustaba, pero él me fue enseñando el arte detrás de la creación. Siempre que iba a su despacho, me llenaba de libros y me decía, tienes que leer esto. Así descubrí, por ejemplo, a Mariscal y los dibujantes de ‘El Víbora’» , recuerda.El romance fallido de ‘Laberintos’ le ha abierto las ganas de un nuevo camino en su carreras, las historias románticas . Está inmerso en una nueva novela gráfica en que el romance y las historias de amor intensas serán las protagonistas. «En los años 40 y 50 el género del cómic romántico era un ‘best seller’. Spiegelman siempre me recordaba cuando era un niño y veía a niñas llorando leyendo aquellos cómics. Me encanta la idea de hacer llorar con mis historias. Eso es lo que quieres, afectar a tus lectores, que tus obras toquen a otros emocionalmente», afirma Burns. ¿Serán adolescentes también? Burns no contesta, pero ríe resignado.Noticia Relacionada Autor del clásico ‘Maus’ estandar Si Art Spiegelman: «Excepto Hamás, no hay nada más alejado del sionismo que yo» carlos sala El célebre autor visita Kosmópolis para presentar su revisión de la mítica novela gráfica que hace 40 años le valió el primer Premio Pulitzer para el cómicLo que no tiene ninguna duda es que la Inteligencia Artificial todavía no es ninguna amenaza para los dibujantes de cómic. Ningún robot te hará llorar como un ser humano. «Entiendo la preocupación en el sector, pero no veo cómo podría la IA crear historias originales y personales que los nuevos lectores se sintieran identificados. Lo cierto es que yo estoy ya establecido y tengo una carrera detrás y es diferente para la gente joven. Por ejemplo, a mi la ilustración me salvó la vida, pero ahora ya no existe. En eso la IA sí que ha hecho estragos», concluye Burns. Charles Burns tuvo una adolescencia bastante normal, dice, por eso no entiende como una y otra vez vuelve a esa época de la vida en sus historias, y eso que ya ha cumplido los 70. «De verdad, no lo entiendo, pero es cierto que si sigues mi carrera es una constante. Bueno, cuando era adolescente no me gustaban los deportes, y obligaba a mis amigos a que dibujaran conmigo todo el rato , pero eso tampoco es tan raro, ¿no?», asegura. Depende, pero nadie puede quejarse. Pocos han descrito la angustia adolescente como Burns en su gran obra maestra ‘Agujero negro’, y ahora regresa a ese mundo en ‘Laberintos’ (Reservoir Books) , un fascinante relato de un joven con angustia social que se centra en sus dibujos, las películas de serie B y la ciencia ficción para buscar refugio de una realidad que no le gusta en absoluto.El protagonista es Brian, el adolescente siempre pegado a su libreta de dibujo, cuya madre alcohólica le avergüenza y no se siente a gusto en un entorno social que no sea íntimo. ¿Un alter ego del propio Burns? «No, yo siempre soy todos mis personajes, y nunca estuve tan aislado. La conexión es más fácil con Brian porque es dibujante, pero tengo lo mismo de él que de su mejor amigo, o la amiga de su interés romántico, una mujer pesada que se cree graciosa cuando no lo es. Esa también soy yo a veces», rie.La novela gráfica, que en el mercado europeo se dividió en tres «para tener algo fuera y no esperar seis años a tener una novedad», trata temas como la identidad, la salud mental o lo fácil que es a veces caer en la fantasía en personas creativas y acabar por no diferenciar lo que es realidad y lo que es ficción. « A veces ese refugio de la realidad puede acabar por ser tu propia cárcel y es importante no perder el contacto con la realidad. Su deseo de conexión con la chica que le gusta la impide él mismo al colocarla en un pedestal y transformarla en alguien que no es», asegura.El cómic sirve como un homenaje al cine y lo importante que fue para gente de su generación. En realidad, el cómic podría ser el hijo de las dos películas que se mencionan en la trama y que él dibuja fotograma a fotograma, ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ y ‘La última película’. Burns mezcla los elementos de paranoia y ciencia ficción de la primera con el despertar romántico y la intimidad en primer plano de la segunda. «Recuerdo muy vivamente la película de Bogdanovich, ir al cine cuando se estrenó y salir fascinado por esa historia tan cercana a mí. Eso es lo que he intentado con esta historia», afirma el dibujante.Una vida junto a su admirado Art SpiegelmanEl autor de ‘Tóxico’ vino a Barcelona para participar en Kosmópolis , y lo hizo acompañado por uno de sus grandes padrinos, Art Spiegelman. El autor de ‘Maus’ fue el primero que le dio una oportunidad y le abrió un nuevo mundo. «Fue el primero que miró mi trabajo con interés. Me acuerdo ir a su despacho de la revista ‘Raw’ y darle mis dibujos y él mirarlos y mirarlos sin decir nada y yo nervioso, sin saber qué pensaba. Tranquilo, me iba diciendo, déjame mirarlo, y vi que por una vez alguien se tomaba en serio mi trabajo», asegura.A partir de aquí, la colaboración se hizo más estrecha, hasta que Spiegelman se convirtió casi como un segundo padre. «Era el primer dibujante que conocía. Hasta entonces trabajaba solo, por pura intuición, siguiendo sólo lo que me gustaba, pero él me fue enseñando el arte detrás de la creación. Siempre que iba a su despacho, me llenaba de libros y me decía, tienes que leer esto. Así descubrí, por ejemplo, a Mariscal y los dibujantes de ‘El Víbora’» , recuerda.El romance fallido de ‘Laberintos’ le ha abierto las ganas de un nuevo camino en su carreras, las historias románticas . Está inmerso en una nueva novela gráfica en que el romance y las historias de amor intensas serán las protagonistas. «En los años 40 y 50 el género del cómic romántico era un ‘best seller’. Spiegelman siempre me recordaba cuando era un niño y veía a niñas llorando leyendo aquellos cómics. Me encanta la idea de hacer llorar con mis historias. Eso es lo que quieres, afectar a tus lectores, que tus obras toquen a otros emocionalmente», afirma Burns. ¿Serán adolescentes también? Burns no contesta, pero ríe resignado.Noticia Relacionada Autor del clásico ‘Maus’ estandar Si Art Spiegelman: «Excepto Hamás, no hay nada más alejado del sionismo que yo» carlos sala El célebre autor visita Kosmópolis para presentar su revisión de la mítica novela gráfica que hace 40 años le valió el primer Premio Pulitzer para el cómicLo que no tiene ninguna duda es que la Inteligencia Artificial todavía no es ninguna amenaza para los dibujantes de cómic. Ningún robot te hará llorar como un ser humano. «Entiendo la preocupación en el sector, pero no veo cómo podría la IA crear historias originales y personales que los nuevos lectores se sintieran identificados. Lo cierto es que yo estoy ya establecido y tengo una carrera detrás y es diferente para la gente joven. Por ejemplo, a mi la ilustración me salvó la vida, pero ahora ya no existe. En eso la IA sí que ha hecho estragos», concluye Burns. RSS de noticias de cultura
Charles Burns tuvo una adolescencia bastante normal, dice, por eso no entiende como una y otra vez vuelve a esa época de la vida en sus historias, y eso que ya ha cumplido los 70. «De verdad, no lo entiendo, pero es cierto que … si sigues mi carrera es una constante. Bueno, cuando era adolescente no me gustaban los deportes, y obligaba a mis amigos a que dibujaran conmigo todo el rato, pero eso tampoco es tan raro, ¿no?», asegura. Depende, pero nadie puede quejarse. Pocos han descrito la angustia adolescente como Burns en su gran obra maestra ‘Agujero negro’, y ahora regresa a ese mundo en ‘Laberintos’ (Reservoir Books), un fascinante relato de un joven con angustia social que se centra en sus dibujos, las películas de serie B y la ciencia ficción para buscar refugio de una realidad que no le gusta en absoluto.
El protagonista es Brian, el adolescente siempre pegado a su libreta de dibujo, cuya madre alcohólica le avergüenza y no se siente a gusto en un entorno social que no sea íntimo. ¿Un alter ego del propio Burns? «No, yo siempre soy todos mis personajes, y nunca estuve tan aislado. La conexión es más fácil con Brian porque es dibujante, pero tengo lo mismo de él que de su mejor amigo, o la amiga de su interés romántico, una mujer pesada que se cree graciosa cuando no lo es. Esa también soy yo a veces», rie.
La novela gráfica, que en el mercado europeo se dividió en tres «para tener algo fuera y no esperar seis años a tener una novedad», trata temas como la identidad, la salud mental o lo fácil que es a veces caer en la fantasía en personas creativas y acabar por no diferenciar lo que es realidad y lo que es ficción. «A veces ese refugio de la realidad puede acabar por ser tu propia cárcel y es importante no perder el contacto con la realidad. Su deseo de conexión con la chica que le gusta la impide él mismo al colocarla en un pedestal y transformarla en alguien que no es», asegura.
El cómic sirve como un homenaje al cine y lo importante que fue para gente de su generación. En realidad, el cómic podría ser el hijo de las dos películas que se mencionan en la trama y que él dibuja fotograma a fotograma, ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ y ‘La última película’. Burns mezcla los elementos de paranoia y ciencia ficción de la primera con el despertar romántico y la intimidad en primer plano de la segunda. «Recuerdo muy vivamente la película de Bogdanovich, ir al cine cuando se estrenó y salir fascinado por esa historia tan cercana a mí. Eso es lo que he intentado con esta historia», afirma el dibujante.
Una vida junto a su admirado Art Spiegelman
El autor de ‘Tóxico’ vino a Barcelona para participar en Kosmópolis, y lo hizo acompañado por uno de sus grandes padrinos, Art Spiegelman. El autor de ‘Maus’ fue el primero que le dio una oportunidad y le abrió un nuevo mundo. «Fue el primero que miró mi trabajo con interés. Me acuerdo ir a su despacho de la revista ‘Raw’ y darle mis dibujos y él mirarlos y mirarlos sin decir nada y yo nervioso, sin saber qué pensaba. Tranquilo, me iba diciendo, déjame mirarlo, y vi que por una vez alguien se tomaba en serio mi trabajo», asegura.
A partir de aquí, la colaboración se hizo más estrecha, hasta que Spiegelman se convirtió casi como un segundo padre. «Era el primer dibujante que conocía. Hasta entonces trabajaba solo, por pura intuición, siguiendo sólo lo que me gustaba, pero él me fue enseñando el arte detrás de la creación. Siempre que iba a su despacho, me llenaba de libros y me decía, tienes que leer esto. Así descubrí, por ejemplo, a Mariscal y los dibujantes de ‘El Víbora’», recuerda.
El romance fallido de ‘Laberintos’ le ha abierto las ganas de un nuevo camino en su carreras, las historias románticas. Está inmerso en una nueva novela gráfica en que el romance y las historias de amor intensas serán las protagonistas. «En los años 40 y 50 el género del cómic romántico era un ‘best seller’. Spiegelman siempre me recordaba cuando era un niño y veía a niñas llorando leyendo aquellos cómics. Me encanta la idea de hacer llorar con mis historias. Eso es lo que quieres, afectar a tus lectores, que tus obras toquen a otros emocionalmente», afirma Burns. ¿Serán adolescentes también? Burns no contesta, pero ríe resignado.
Lo que no tiene ninguna duda es que la Inteligencia Artificial todavía no es ninguna amenaza para los dibujantes de cómic. Ningún robot te hará llorar como un ser humano. «Entiendo la preocupación en el sector, pero no veo cómo podría la IA crear historias originales y personales que los nuevos lectores se sintieran identificados. Lo cierto es que yo estoy ya establecido y tengo una carrera detrás y es diferente para la gente joven. Por ejemplo, a mi la ilustración me salvó la vida, pero ahora ya no existe. En eso la IA sí que ha hecho estragos», concluye Burns.
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