<p>La metáfora de la desesperación que se vive en <strong>Mestalla </strong>fue ver a <strong>Parejo</strong>, con la camiseta del <strong>Villarreal</strong>, ovacionado por la grada en pie mientras <strong>Gayà</strong>, capitán del <strong>Valencia</strong>, minutos antes, había salido silbado del campo sin más pecado que el 0-2 que reflejaba el marcador. [<a href=»https://www.elmundo.es/deportes/futbol/laliga-ea-sports/valencia-villarreal/2025/10/25/01_0101_20251025_191_449-directo.html» target=»_blank»>Narración y estadísticas</a>:0-2]</p>
Rompe el derbi con un gol de penalti de Gerard Moreno al filo del descanso y cierra la victoria Comesaña en la segunda mitad. Los valencianistas desperdiciaron ataques y salieron de Mestalla bajo una sonara pitada
La metáfora de la desesperación que se vive en Mestalla fue ver a Parejo, con la camiseta del Villarreal, ovacionado por la grada en pie mientras Gayà, capitán del Valencia, minutos antes, había salido silbado del campo sin más pecado que el 0-2 que reflejaba el marcador. [Narración y estadísticas:0-2]
El Valencia parece condenado esta temporada a remar siempre contra la marea y eso tiene desesperada a una grada que busca culpables incluso en quien no lo es. Nada se le pone de cara, ni siquiera cuando lo merece. Los jugadores están atenazados y Corberán ha perdido el manual de cómo sacarlos del atasco. No les ayuda.
El ritmo cansino con el que saltó el equipo de Marcelino a Mestalla le brindó la oportunidad de verse con ocasiones de hacerle daño. Asustó Mikautadze en el arranque y respondió Danjuma por instinto, pero nadie se atrevía a acelerar un duelo que acabó en un tanteo de golpearse sin conseguir hacerse daño.
El Villarreal no llegaba al área con claridad y el Valencia, que sí encontraba espacios para correr, tomaba siempre mal la última decisión, por precipitada o imprecisa. De esas dos cualidades hizo especialmente gala Javi Guerra. Con canterano tiró en zancada para estar siempre en el borde del área, pero los disparos se estrellaban en la maraña de cuerpos groguets.
Marcelino veía cómo su equipo dejaba salir al Valencia para atosigarle una vez pasado su mediocampo. Porque ahí moría. Interpretaba mal los ataques y ni siquiera a balón parado conseguía inquietar. Encadenó ocasiones Guerra, que cruzó en exceso una asistencia desde la línea de fondo de Thierry al primer palo en la mejor de ellas. Hasta en tres ocasiones consecutivas, con Rioja y, de nuevo, Guerra, complicaron a Luiz Junior sin lograr batirle.
El Valencia había regalado en exceso y cometió un error que pagó caro. Un pisotón de Copete a Gerard Moreno lo cazó el VAR y Alberola Rojas pitó el riguroso penalti que el delantero no falló para mandar al Valencia al vestuario con toda la presión. Y eso, acabó de descoserlo en la segunda mitad.
El Villarreal encadenó ocasiones con Moleiro y Comesaña, que a la tercera, y aprovechando un despeje forzado de Agirrezabala a centro-chut de Mikautadze, lo rebañó para marcar el segundo. Mestalla se incendió, Corberán castigó a Gayà y Guerra condenándoles a la pitada y el equipo no despertó.
No encuentra el entrenador la forma de activar a una plantilla, renovada en su columna vertebral, ya no responde de la misma manera que hace unos meses. Ha perdido confianza y el favor de Mestalla. Si el abandono es un síntoma demasiado peligroso.
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